Fue Robert Shiller, catedrático de Economía de la Universidad de Yale y premio Nobel, quien dijo la famosa frase: «No se puede esperar a que se queme una casa para contratar un seguro contra incendios. No podemos esperar a que se produzcan dislocaciones masivas en nuestra sociedad para prepararnos para la Cuarta Revolución Industrial.»
Esta cita ha sido especialmente pertinente en el último año, sobre todo para los fabricantes y distribuidores que han tenido que hacer frente a innumerables interrupciones de la cadena de suministro e ineficiencias operativas. Aunque muchos fabricantes y distribuidores ven la Industria 4.0 como una garantía razonable frente a futuras interrupciones, sigue habiendo dudas.
Industria 4.0: ¿ventaja competitiva o gasto innecesario?
Industria 4.0 es una palabra de moda desde hace más de una década. Aunque el mercado lleva bastante tiempo hablando de las ventajas de la transformación digital, muchos fabricantes se han mostrado especialmente reticentes a adoptar esta «nueva normalidad» debido a los compromisos de capital percibidos y a un largo proceso de implantación y amortización. Muchos creen que las tecnologías emergentes serán sustituidas por otras nuevas en un futuro próximo, así que ¿para qué?
A pesar de las vacilaciones del pasado, los trastornos de la pandemia han demostrado que la adopción de la Industria 4.0 es ahora indispensable para trasladar a la empresa las ganancias de eficiencia y productividad.
Para que la Industria 4.0 proporcione una ventaja competitiva suficiente sin suponer un gasto innecesario, los fabricantes tienen que pensar qué puntos débiles de la empresa necesitan resolver, qué valor tienen para ellos estos puntos débiles y cómo su estrategia digital tiene que maximizar el retorno de la inversión.
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